Josep Pla, en Notes del capvesprol (1979), una miscelánea de madurez en la que encontramos reflexiones sobre casi todo lo que le interesaba, desde Catalunya y su gente hasta los más variados aspectos culturales, reivindica una escritura ligada a la observación, que considera muy difícil porque requiere mucha precisión, mientras que rechaza la basada en la imaginación, para él mucho más intrascendente e inocua. Esta es una convicción que ya le conocíamos de obras anteriores, lo que pasa es que no nos dice mucho, y eso no se le podía escapar a Pla, que siempre fue muy consciente tanto de lo que se trata de expresar (la literatura) como de la manera de hacerlo (el objeto de la crítica literaria). Y el argumento aún es más insuficiente si lo que queremos caracterizar es su obra narrativa. Más conocido como periodista y memorialista, también escribió cuatro novelas y dos docenas de cuentos. Para hablar de esta parte de su obra no podemos obviar su apuesta por la literatura observacional, pero si se quiere aportar algo nuevo, hay que explicar qué era lo que le costaba tanto a la hora de escribir y cómo conseguía salir adelante, lo que nos llevará a localizar su estilo y a ver cómo lo aplicaba en las diferentes facetas de su obra.
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