«Es un hecho de evidencia arrolladora que, durante generaciones, fue, tal vez, esa Fiesta la cosa que ha hecho más felices a mayor número de españoles… Sin tenerlo con toda claridad, no se puede hacer la historia de España desde 1650 a nuestros días.» (José Ortega y Gasset)
«La lucha de toros no ha sido jamás una diversión, ni cotidiana, ni muy frecuentada, ni de todos los pueblos de España, ni generalmente buscada y aplaudida. En muchas provincias no se conoció jamás: en otras se circunscribió a las capitales, y dondequiera que fueron celebrados lo fue solamente a largos periodos, y concurriendo a verla el pueblo de las capitales y de tal cual aldea circunvecina. Se puede, por tanto, calcular que de todo el pueblo de España, apenas la centésima parte habrá visto alguna vez este espectáculo. ¿Cómo, pues, se ha pretendido darle el título de diversión nacional?» (Gaspar Melchor de Jovellanos)
«Hablar sobre los toros supone movilizar las ideas de religión, la idea de cultura, la idea de derecho… es decir, pone en contribución todas las ideas fundamentales de nuestras constelaciones filosóficas, y por tanto es una cuestión que no puede tratarse a la ligera, de un modo banal, por agresivo que sea, sino que exige una reflexión muy distinta de carácter filosófico.» (Gustavo Bueno)
«La filosofía es el arte de intentar ordeñar un toro a oscuras.» (Joan Fuster)
«Un amigo madrileño me ha recordado recientemente que una vez le desperté de madrugada, llamándole a conferencia telefónica desde Sevilla, para comentar con él una frase de D’Annunzio que acababa de leer. “El peligro es el eje de la vida sublime»” era la gran frase dannunziana que tanto me había soliviantado. Como es natural, un hombre que se dispersa y extravía de este modo, no puede torear bien.» (Juan Belmonte)
«Cuando se abre el portón de cuadrillas para el paseíllo y la masa del anfiteatro acompaña con palmas los primeros compases de Carmen, de Bizet, las lágrimas me emborronan la imagen. Nunca he sabido exactamente por qué los toros me han proporcionado las mayores emociones artísticas de mi vida.» (Albert Boadella)
«Rara vez, muy rara vez, se ve a un matador que sea al mismo tiempo un gran matador y un gran artista con la capa y con la muleta. Muy rara vez se encontraría también un boxeador que fuese pintor de primera magnitud, eso es verdad. Para ser un artista de la capa y servirse de ella todo lo mejor posible, es menester un sentido estético que sería un grave inconveniente para un gran matador. Un gran matador debe ser un torero al que le guste matar.» (Ernest Hemingway)
«Las dos formas comunes de ritualización de la muerte del toro [son]: la popular, ejercida por individuos no especializados, y la “artístico-espectacular”, que ejecutan miembros de una casta casi sacerdotal, con prerrogativas exclusivas sobre la muerte ceremonial concedidas por el Estado.» (Manuel Delgado)
«Igual que hoy aprecio y respeto las corridas de toros, detesto con toda mi alma las sueltas de vaquillas, los toros embolados, de fuego, de la Vega o de donde sean, las fiestas populares donde un animal indefenso es torturado por la chusma que se ceba en él. Los toros no nacen para morir así. Nacen para morir matando, si pueden; no para verse atormentados, acuchillados por una turba de borrachos impunes. Un toro nace para pelear con la fuerza de su casta y su bravura, dando a todos, incluso a quien lo mata, una lección de vida y de coraje. Por eso es necesario que mueran toreros, de vez en cuando. Es la prueba, el contraste de ley. Si la muerte no jugase la partida de modo equitativo, el espectáculo taurino sería sólo un espectáculo; no el rito trágico y fascinante que permite al observador atento asomarse a los misterios extremos de la vida. Sólo eso justifica la muerte de un animal tan noble y hermoso.» (Arturo Pérez-Reverte)
«Por el pueblo hay que hacer lo que haga falta, porque los chicos vienen aquí a pasarlo bien y a ver quien coge el jamón, que está en lo alto de un poste en medio de la plaza.» (Manuel Juste Delgado, director de lidia de Santpedor)
«La carne de un toro joven y bien cebado, sin haber pasado por una plaza de toros, ofrece muchas posibilidades. Todo lo contrario de lo que sucede si el animal ha formado parte del programa de la fiesta nacional. Esta fiesta es fatal para la carne de estos animales fuertes y pujantes. Al día siguiente de la corrida, los restaurantes os ofrecen el estofado de toro, que, objetivamente hablando, no tiene ningún sabor porque la carne ha sido tan atormentada y maltratada. La carne del toro de vida y muerte pacíficas podría ser excelente. Lo decimos en condicional, porque, como estos bravos dan más dinero a las plazas de toros que a las de mercado, seguramente nos moriremos sin saber el gusto que tiene la carne de un animal pacífico y de vida plácida.» (Josep Pla )
«¡Hay gente pa’ tó!» (Un torero)
Publicado simultáneamente en Balance de existencias Recopilación: Joan Dolç Fuentes: • Ortega y Gasset. Sobre las corridas de toros o Secretos de España, c. 1940 • Gaspar Melchor de Jovellanos. Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas, y sobre su origen en España, 1790 • Gustavo Bueno. Tesela nº 36, 20 de abril de 2010 • Joan Fuster. Consells, proverbis i insolències, 1992 • Manuel Chaves Nogales. Autobiografía de Juan Belmonte, matador de toros, 1935 • Albert Boadella. Adiós Cataluña, 2007 • Ernest Hemingway. Muerte en la tarde, 1932 • Josep Pla. El que hem menjat, 1972 • Arturo Pérez-Reverte. El Semanal, 3 de mayo de 2008 • Manuel Delgado. Espacio sagrado, espacio de la violencia, 1990 • Regió 7, 13 de junio de 2016 Fotografías: Archivo GA